Vaya por delante que esperamos que nuuuuuunca tengáis en vuestros trabajos uno de estos síntomas que os enumeramos pero si os sentís identificados con alguno de ellos, ve actualizando por si acaso tu currículum y empieza a mover tus hilos porque posiblemente no te espera nada bueno.
A medida que pasa el tiempo tienes menos trabajo. Tu jornada de 8 horas transcurre mirando la vida pasar. Mientras, tus compañeros tienen el mismo trabajo que antes (o más, porque tienen el tuyo).
En los últimos meses tu jefe no ha parado de echarte la charla (de manera justificada o no). Y esos toques de atención han derivado en un ultimátum que ha sonado a ‘ve recogiendo tus cosas porque te quedan dos telediarios aquí’.
Cada vez sois menos compañeros. Han ido cayendo todos los de tu departamento. Uno a uno. Tú has resistido pero ya eres el último. Es cuestión de tiempo, acabarás cayendo también. Y lo sabes.
Ese día que llegas cinco minutos tarde… y te ponen una falta leve. Y otra por otra cosa. Y así durante un tiempo. Quieren echarte, así de claro. Nadie pone faltas leves (o graves) por esas pequeñas cosas. Viendo el panorama cumplirás a rajatabla tu contrato y el convenio para conservar tu empleo pero la empresa acabará echándote, aunque para ello tenga que pagarte tu indemnización.
Desde que has llegado a tu nuevo trabajo notas que estás desubicado, que no encajas. Apenas hablas con tus compañeros, y ya con tu jefe es que no existe la comunicación. No entras en la dinámica del trabajo y todo ello genera un ambiente ciertamente enrarecido. Algo te da en la nariz que pronto te dirán eso de ‘no eras lo que estábamos buscando, lo siento’.
Nunca sabes el horario del día siguiente y te cambiarán una vez sí y otra también los horarios que te habían dado. Es decir, disponen de tu vida con total libertad y lo que es peor, tú sabes que no es por motivos de trabajo. Tratan de desestabilizarte para que seas tú mismo el que te vayas. Si no lo haces acabarán echándote.
Tu jefe, de buenas a primeras, te ha propuesto ir a la oficina de Namibia para hacer no se sabe muy bien qué y hasta no se sabe muy bien cuándo. Es Namibia o cualquier otro país o ciudad a miles de kilómetros de la tuya. Será un ‘lo tomas o te despedimos’. Y te despedirán.
Pues eso. Pasan los meses y no te pagan. Síntoma de que la empresa va mal y se avecinan despidos. Y tú tienes todas las papeletas.
Se aproxima cualquier periodo vacacional y todos tus compañeros tienen confirmados sus días. Solo faltas tú pero no hay manera. El jefe te da largas y ya el colmo es ver los cuadrantes y darte cuenta de que no estás. Algo va mal.
Imagina en Navidad. Llegan siete cestas y sois ocho. Y allí están las cestas sin repartir porque tu jefe ha dicho que aún no ha llegado la hora del reparto. Algo te dice que estás nominado y vas a tener que abandonar la empresa.
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