Cómo trabajar con tu familia sin acabar con malos rollos

Trabajar con la familia puede ser una garantía de estabilidad y bienestar o, por el contrario, una fuente de problemas. De hecho, para muchos trabajar con uno o varios familiares se convierte en una situación insostenible que afecta no sólo al plano laboral sino también a la unidad familiar.

El día a día en un trabajo suele provocar roces entre los compañeros o entre los jefes y los subordinados. Cuando esas disputas se producen entre miembros de la misma familia, la tensión no termina al salir del trabajo, sino que continúa en el hogar si conviven bajo el mismo techo. Y eso hace que el problema sea aún más grande.

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El tipo de trabajo y, sobre todo, la forma de ser de los familiares que trabajan juntos determinan hasta qué punto los problemas de la convivencia laboral influyen en su relación personal. En algunos casos, las disputas no van más allá de una simple discusión que se queda en nada, pero en otros llegan a provocar grandes tensiones que afectan a toda la familia y pueden causar la ruptura de la unidad familiar, ya sea con la pareja, con los hijos, con los hermanos o con la familia política.

Lo mejor para evitar estos desagradables problemas (al menos, para intentar evitarlos porque muchas veces son inevitables) es seguir consejos como estos:

  1. Cuidar la comunicación. Pensar que, por el hecho de tratarse de la familia, no es necesario cuidar la comunicación es un grave error. Más bien, todo lo contrario. Al tratarse de gente a la que queremos, comunicarnos es aún más importante.
  2. No dejar que crezca la bola de nieve. Si tenemos problemas con nuestra familia a la hora de trabajar lo mejor es sentarse a hablar lo antes posible para buscar una solución y no dejar que los problemas se vuelvan más grandes o se acumulen antes de que nuestra relación se vea seriamente dañada.
  3. Delimitar las funciones de cada uno. Muchas disputas entre familiares surgen cuando uno de ellos siente que el otro se ha entrometido en su parcela o ha tomado una decisión sin consultar. El riesgo de que suceda algo así disminuye notablemente cuando cada uno tiene claro cuáles son sus funciones, obligaciones y responsabilidades.
  4. No llevar los problemas a casa. Si este consejo es importante para cualquier persona, aún lo es más en el caso de quienes comparten trabajo y techo. Llevar las discusiones del trabajo a la casa no hará más que alimentar los problemas.
  5. Ser asertivos. La asertividad, esa importante palabra de la que os hemos hablado en otros artículos, es la capacidad para expresar nuestras ideas y defender nuestros derechos sin que los demás se sientan atacados y sin que nosotros nos sintamos culpables. Ese equilibrio no es fácil de conseguir y hay que trabajar para lograrlo, pero es fundamental para que también haya equilibrio entre la vida laboral y la vida familiar.
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