Cómo aplicar la inteligencia emocional en una entrevista
Cada vez son más las técnicas que se desarrollan para poder tener éxito en un momento tan importante y delicado como las entrevistas de trabajo. Uno de ellos es la llamada inteligencia emocional, que no es más que tratar de dominar las emociones a través de la razón. Suena difícil pero existen una serie de pautas y consejos con los que podremos canalizar esas sensaciones que a veces son tan difíciles de controlar en un momento tan importante como una entrevista de trabajo.
La entrevista de trabajo comienza mucho antes de que te citen a ella, comienza cuando envías tu candidatura y currículum a la oferta de trabajo. Y debes poner mucha atención al tema, pues debes demostrar que has ‘procesado’ bien el contenido de la oferta. Es muy fácil, se trata de adaptar tu currículum a lo que pide la empresa, resaltado esos aspectos que precisamente busca el empleador, pero obviamente sin llegar a mentir. Busca tus puntos fuertes y enfatízalos. Y luego, en la propia entrevista, tenlo en cuenta para resaltarlos también si te preguntan, de manera firme y segura, sin titubear.
Cuando uno es optimista, transmite esa visión positiva a su interlocutor. Para ello, es necesario tener esta actitud no solo en el momento de la entrevista, sino también antes y después. Antes, teniendo confianza en uno mismo y con la perspectiva de que ese trabajo está hecho para ti y así va a ser. Y después, porque debes pensar en los aspectos positivos que has extraído de la entrevista y debes confiar en que vas a ser el elegido. Todo eso se proyectará a tu entrevistador, que verá en ti a alguien con buenas vibraciones, cosa que tendrá en cuenta a la hora de elegir.
A veces pensamos que el miedo es una emoción negativa. Tratemos de darle la vuelta. Es probable que cuando lleguemos a la entrevista estemos muertos de miedo pero debemos transformar ese miedo en atención y alerta, para responder a lo que se nos pregunte de manera rápida y firme, sin dudas.
Y siguiendo con lo anteriormente dicho, es importante también saber gestionar tus movimientos, tu lenguaje corporal, de modo que transmita confianza. El movimiento de tus manos, tu mirada, la forma de sentarte en la silla… pequeños detalles que puedes prever antes de llegar y que puedes dominar durante la entrevista. Ten en cuenta que tu interlocutor es un experto en ese tipo de cosas y seguro que se da cuenta de ello.
Y ahora que hablamos de tu interlocutor… nunca te olvides de él. Es más, piensa como crees que él piensa. Es decir, ponte en su lugar e intenta actuar como crees que a él le gustaría. Evita por tanto las respuestas inoportunas o fuera de tono, opta por la diplomacia, y sobre todo controla tus emociones para que no parezca que estás nervioso. Solo por poner un ejemplo, volviendo al tema del optimismo que hemos tratado anteriormente: si fueras tu entrevistador, ¿a quién contratarías antes? ¿A un optimista o a un pesimista? Pues eso.
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