Uno de los momentos más delicados en la trayectoria profesional de cada uno es cuando tenemos que enfrentarnos a una entrevista de trabajo. Sobre todo si es un trabajo que ansiamos con todas nuestras fuerzas. Y decimos que es un momento delicado porque no sabemos a las preguntas a las que vamos a enfrentarnos, y algunas de ellas son muy difíciles de contestar, son muy conflictivas. Mira estos ejemplos para comprobarlo.
Las preguntas de tipo personal son muchas veces violentas y difícil de contestar ya que tu realidad muchas veces está enfrentada a lo que tú crees que quiere oír el entrevistador. Por ejemplo, tú crees que no querrán contratar a alguien que piensa tener hijos por no perder a un trabajador por una baja. Hay que ser diplomático en la respuesta y saber esquivarla sin mentir y sin ser excesivamente borde. No es fácil, lo reconocemos.
Cuando tu entrevistador tiene tu curriculum delante, sabe perfectamente cuando han acabado los diferentes trabajos que has tenido, y algunos puede que sean porque te han despedido, sobre todo si hay un espacio de tiempo entre uno y otro. Si te pregunta por qué te han despedido, no mientas. Más que nada porque si es de un sector determinado, pueden llegar a ‘pillarte’. Tal vez la solución sea matizar la versión.
Muchas veces llegas a una entrevista de un trabajo que no tiene nada que ver con la formación que has tenido ni con los trabajos realizados anteriormente. Así que es difícil explicar por qué ese cambio de rumbo tan repentino (sobre todo si uno tiene ya cierta edad). Sé sincero.
Cuando existen periodos largos en los que no has trabajado, el entrevistador suele preguntar por qué ha ocurrido eso y por qué ahora quieres volver a trabajar. Es mejor no echar las culpas al sistema, ni a factores externos, ni a la crisis. Trata de explicar que ha sido para prepararte mejor.
Es un tema muy delicado el de los sueldos. Pero hay que tratar de hablarlo sin tabúes pero con mesura. Es decir, tú sabes cómo está el mercado en el sector para el que vas a hacer la entrevista, así que cuéntaselo al entrevistador tranquilamente, exponlo con cifras y datos del sector, y también por lo que puedas ofrecer tú de manera exclusiva.
Si has llegado hasta la entrevista porque alguien que conoces ha entregado tu currículum, no mientas y reconócelo, no tiene por qué ser malo cuando te han llamado.
Hablar de uno mismo también nos genera algo de conflicto. No respondas con un rasgo de la personalidad o con un déficit laboral (ser despistado o muy detallista por ejemplo), sino con algo que tenga posibilidad de mejora. Es decir, reconocer que quieres aprender ciertos aspectos de unas tareas concretas y que estás trabajando para ello. Eso denota que en tus anteriores trabajos no has tenido la oportunidad de desarrollar esos aspectos pero aun así tienes esa inquietud.
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