Cómo adelgazar en la oficina

¿Se puede adelgazar en la oficina aunque pasemos muchas horas sentados? La respuesta es sí. Y claro, inmediatamente viene la siguiente pregunta: ¿Cómo? Vamos a verlo…

Es cierto que quien trabaja en una oficina está expuesto, por lo general, a estar sentado muchas horas al día con el consiguiente riesgo de sedentarismo que hay que tratar de evitar a toda costa por el bien de nuestra salud. Pero, mirándolo por el lado bueno, pasar mucho tiempo sentado cada día es probablemente la única desventaja que tenemos y que no podemos cambiar más allá de hacer los correspondientes descansos (esos que nunca hacemos) y aprovechar para dar pequeños paseos en la oficina.

Todo lo demás lo podemos convertir en una oportunidad para llevar una vida sana y perder peso si realmente lo necesitamos. Para eso es fundamental realizar ejercicio, cuidar la alimentación y evitar los malos hábitos que nos hacen ganar peso.

Cómo adelgazar en la oficina

Para adelgazar en la oficina, el primer paso es, precisamente, dar un paso… tras otro. Así que nada de ir en coche al trabajo si no es estrictamente necesario. Es mucho mejor utilizar el transporte público y bajarse alguna parada antes para caminar. Y a la salida del trabajo, ya sin las prisas de la mañana, podemos dedicar más tiempo a dar un largo paseo (si es posible, de una hora), ir al gimnasio o hacer deporte.

El otro aspecto esencial para perder peso en el trabajo es la alimentación. Si comes fuera a diario, ya sabes que debes huir de la comida rápida y elegir los platos más saludables del menú del día si comes en un bar o en un restaurante. En cualquier caso, lo recomendable es que te lleves tu propia comida de casa para que puedas controlar las grasas (lo ideal para perder peso, según algunos dietistas, sería no excedernos de tres cucharadas de aceite al día).

Como lo recomendable es, por regla general, hacer cinco comidas al día, llévate una pieza de fruta para tomar a media mañana y otra para la tarde. Y no te olvides de algo muy importante que muchas veces no tenemos en cuenta: beber suficiente agua. Difícilmente podremos llegar a los dos o tres litros de agua que deberíamos beber a diario si no bebemos agua en el trabajo.

En relación con la alimentación y el ejercicio se encuentran los malos hábitos que nos impiden perder peso. Por ejemplo, beber refrescos con frecuencia. Un refresco normal equivale a varios sobres de azúcar y, según algunos estudios, las bebidas light no son mucho mejores. Si necesitas un refresco de cola para combatir el sueño, mejor que sea de forma ocasional y no a diario y también mejor que tenga cero calorías a que sea normal o light.

Otro hábito perjudicial es comer tarde y, en general, no mantener un orden horario en las comidas. Además, retrasar la hora de la comida es perjudicial porque hará que lleguemos con más hambre y comamos más de lo necesario y porque también puede hacer que cenemos más tarde, otra mala costumbre que nos puede hacer ganar peso.

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